2020 ¿Qué apellido le pondría a este año?

Toda empresa, equipo y persona tienen propósitos que direccionan sus rumbos, pero ¿Cuál es aquel que realmente condensa el máximo anhelo, el gran sueño para un nuevo año o temporada?

Bueno, a ese se le conoce como “objetivo detonante”, el cual, además de constituir el eje de lo que se desea lograr por encima de cualquier otra aspiración, sirve para alinear prioridades, programas de trabajo y recursos.

Así, para una persona este podría ser matrimonio, casa propia, conclusión de estudios, nueva empresa, salud integral, entre otros. Para un equipo deportivo, por su parte, campeonizar, alcanzar determinada posición, consolidar su sistema competitivo. Para una empresa, en cambio, el crecimiento, la diversificación, la estabilidad financiera o la modernización tecnológica, entre otros.

El objetivo detonante concentra a los miembros de la organización y cohesiona su voluntad de entrar en acción. Sin él, se corre el riesgo de caer en el simple continuismo, en el nocivo estancamiento. “Si piensas que la aventura es peligrosa, prueba la rutina; es mortal“, nos advierte Paulo Coelho. Claro, se refiere a rutinas que no contribuyen a una mayor realización, pues algunas son vitales para lograrla.

El reto es un común denominador de las teorías de motivación. Los líderes trascendentes llevan a sus equipos a sobrepasar los límites; con oídos sordos al pesimismo y al “no se puede”, desafían y superan sus propios logros.  El reto activa, despierta, crea la sensación de que lo difícil es lo interesante; además, saberse capaz de alcanzar el gran propósito estimula la autoestima y la autoconfianza.

Definido el objetivo detonante, viene un segundo paso: identificar las “metas habilitantes“; o sea, todo aquello que se debe conseguir para llegar al objetivo. Son los logros intermedios que están en el camino y que dan origen a los planes de acción.

¿Conoce a personas que -pese a alcanzar grandes logros- persisten en sentirse vacías? Eso es porque trabajan duro sin un propósito detonante; esos logros no habilitan nada que  en verdad mueva la pasión de quien los alcanza.

Los inicios de temporada son oportunidades para ordenar el pensamiento y reanimar el fuego interno por una aspiración superior. Esto equivale a trazar un mapa con rutas claras hacia un destino trascendental, que no da cabida a la duda ni al aburrimiento. Establecer prioridades, tener orden y apegarse a estrictas disciplinas explica que personas ordinarias logren resultados extraordinarios.

Debe ser frustrante tener un jefe del que se diga jocosamente que está “intelectualmente muerto, pero físicamente mal enterrado“. Y debe serlo aún más el percibirse a sí mismo de esa manera.

Ponerle “apellido” a un nuevo año detona la pasión, renueva la ilusión de trabajar cada día con dirección; el cansancio y la pereza se asomarán de vez en cuando, pero no encontrarán residencia en quienes, con determinación, se enrumban hacia su objetivo detonante.

Y bien, ¿cuál sería el suyo?

Colaboración de INCAE exclusiva para O´CONOR CONSULTING

INCAE, Instituto Centroamericano de Administraciones de Empresas, es una de las primeras escuelas de negocio a nivel latinoamericano y la sexta en el mundo

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